martes, 8 de diciembre de 2009

cap 12,13,14,15

RESUMEN:

Charlotte abrió la puerta del laboratorio de quimica y salió al pasillo con cautela. Estaba encantada de estar "viva"otra vez, y se notaba. El gesto malhumorado tan propio de Scarlet aparecía ahora atenuado, transformado en una amplia sonrisa de esperanza más parecida a la de Charlotte y los estudiantes la miraban dos veces mientras ella se dedicaba a repartir besos a diestro y siniestro, saludando a completos extraños con una vehemencia inusitada.

A Charlotte le maravilló comprobar que era mucho más fácil alojarse en Scarlet que en Petula. Recordó la charla de Brain y la importancia de una buena disposición en todo el proceso de posesión, y se lo agradeció en silencio.
A pesar de la segunda oportunidad que tan generosamente le proporcionaba Scarlet, Charlotte no estaba del todo convencida de su plan. Al fin y al cabo, la posesión de Scarlet era el Plan B. Aquéllos no eran el cuerpo, el pelo, la ropa, el aspecto que Charlotte buscaba y menos aún eran rasgos que la mayoría de chicos, y por descontado el más popular del colegio, encontrasen agradables, por emplear un calificativo amable. Además, la posesión era temporal y —consideraciones morales aparte— no iba a ser nada fácil conseguir que un chico dejara a su novia de revista para irse con su gótica hermana pequeña.

Entre tanto, Scarlet también se divertía. Tras atravesar el techo flotando y acceder con sorprendente facilidad al angosto espacio inmediatamente superior, vagó sin rumbo durante un rato hasta que escuchó retumbar la pedante voz de su arrogante profesor de Literatura en el aula de abajo. El profesor Nemchick parecía estar más interesado en humillar que en enseñar a los estudiantes, y con muchas ínfulas escribía cada tema en la pizarra como si estuviera dispensando los Diez Mandamientos. Scarlet no podía dejar pasar la oportunidad de fastidiarle, aunque sólo fuera un poquito.Cuando se volvió hacia la clase para iniciar el debate, Scarlet modificó los nombres para que pudiera leerse "Capote" y "Homo". La clase estalló en carcajadas, y Nemchick, se quedó allí plantado, totalmente humillado y más que confundido.


—En esta clase siempre hemos seguido la política de"si pasas una nota y te pillan, se lee en alto a toda la clase"—le recordó Minnie con aplomo, convencida de que la nota era incriminatoria.
Entonces puso rumbo a los servicios, la siguiente parada en su sedienta ruta de venganza. Sobre la encimera del lavabo reposaba un café, que obviamente pertenecía a la chica que ocupaba uno de los retretes. Scarlet se asomó por debajo de la puerta y se encontró con que la chica era una pija que siempre la elegía la última en clase de Gimnasia.

Era un día perfecto para el entrenamiento de fútbol: fresco y seco. El sol vespertino se preparaba para ocultarse, mientras los pitidos del entrenador cabalgaban sobre la brisa helada que soplaba contra los oídos de los jugadores y sembraba el campo de hojas carmesíes. Había grupos de chicos por todas las esquinas del complejo haciendo ejercicios de calentamiento y estiramientos, e incluso había algunos casos perdidos que daban vueltas de castigo al campo en lugar de quedarse dentro.
—Seguro que piensas que soy idiota perdido —dijo, demostrando inusitadamente estar al tanto de que, si bien era reverenciado por Hawthorne casi en pleno, existía un reducido porcentaje de chicos, él quería pensar que minúsculo y en el que se contaba Scarlet, que se burlaban sin piedad de él a su espalda. El hecho de que la sesión de tutoría de por sí transcurriera en tan veladas circunstancias demostraba que Damen sentía que al menos tenía un secretillo que ocultar.
Damen estaba inquieto y al cabo de un rato, con los ojos ya vidriosos, empezó a pasear la mirada de aquí para allá. Consciente de que el chico necesitaba hacer una pausa, Charlotte levantó la mirada para ver qué le estaba distrayendo. Cómo no, eran las pruebas para animadora, que ya habían empezado en el campo de fútbol.

Charlotte se arrancó parte de la falda de Scarlet y rasgó la tela, con la cuchilla de un solo filo que Scarlet siempre llevaba en el bolsillo, para hacerse unos pompones. La idea era sin duda innovadora, pero resultaba difícil que le fuese a procurar la amistad o el favor de las Wendys. Las demás chicas de la fila eran indistinguibles, rigurosamente uniformadas con camiseta de tirantes y falda blancas; una procesión de cabecitas perfectamente peinadas y de cuerpos perfectamente esculpidos.

—Eso no es muy gótico que digamos, ¿eh? —dijo con sorna la señorita Pearl, una de las profesoras recién sacadas del armario, mientras Charlotte, en plena prueba, saltaba, giraba y hacía piruetas sin el menor esfuerzo, con una habilidad e ímpetu desconocidos para los profesores y Petula. Damen, entre tanto, observaba boquiabierto desde las gradas, disfrutando aparentemente con cada instante del ejercicio de Charlotte… y con la agonía de Petula.


El campo de fútbol era ya un hervidero de excitación y un pequeño grupo de estudiantes hacía corro para observar las piruetas ultramundanas de Scarlet. Así de impresionantes eran. Las demás animadoras, sintiéndose amenazadas, se agruparon rápidamente para maquinar una respuesta.
Las animadoras rompieron el corro con una palmada y, adoptando su expresión más profesional, se colocaron en formación de animación, frente a Scarlet.
Tres de ellas dieron un paso adelante —Petula y las Wendys— para arrancar con la réplica. Aunque la superaban en número, Scarlet estaba preparada. Wendy Thomas se adelantó y disparó la primera salva.La muchedumbre crecía por momentos y había ya caras aplastadas contra todas las ventanas. Se acercaba el desenlace y se podía palpar la tensión. Era el turno de Petula, y ésta decidió ser original y hacer una auténtica exhibición de liderazgo animador. En lugar de esgrimir una rima, Petula agarró a las Wendys y se pusieron a cantar. Una pegadiza canción de campamento, retorcida y vil, que hirió a Scarlet como sólo una hermana puede herir.
—Soy una animadora —dijo Charlotte, su forma espectral levitando apenas unos centímetros sobre la hierba pero completamente en las nubes ante tan inesperada buena suerte. Permaneció allí hasta que hubieron concluido las pruebas, pensando que por fin estaba «dentro», y observó cómo Scarlet salía del campo y casi pasaba de largo junto a Damen.

CAPITULO: 13


RESUMEN

Charlotte llegó temprano a la gran fiesta de pijamas S.P.A., intoxicada por la idea de que se la incluyera en la camarilla por primera vez. Empezó a llamar al timbre de casa de Petula, pero después de pensárselo mejor procedió a atravesar la puerta sin más. La cosa era cada vez más fácil.
Allí en el salón se topó con el cuerpo medio exánime de Scarlet, indolentemente tirado en el sillón, con gafas oscuras y aspecto derrotado y deprimido.

Entre tanto, las Wendys llegaban a casa de Petula para la fiesta de pijamas arrastrando equipaje para un mes: maletas, maletitas y baúles Vuitton. Después de llamar al timbre, se entretuvieron recitando la rima de Scarlet de esa tarde.

—Ya, y tú no te asustes tampoco de lo que puedas ver esta noche —dijo Scarlet a la vez que salía por la ventana y se esfumaba en la despejada noche otoñal. Ambas estaban emocionadas con lo que la noche les tenía reservado, y ninguna quería perdérselo ni por un segundo.

En la otra punta de la ciudad, era el timbre de otra puerta el que sonaba. La señorita Wacksel, una extraña, repelente y excéntrica agente inmobiliaria a la que le había sido asignada la venta de Hawthorne Manor, se encontraba en el porche y estaba a punto de enseñar la casa a los Martin, una pareja joven e inquieta en busca de una ganga que esperaba adquirir la reliquia como una inversión asequible para reformar. Hacía viento y mucho frío, y a cada minuto que pasaban en el porche, más de-sagradable se volvía. Hacía tiempo que Wacksel sospechaba que la casa podía no estar deshabitada del todo, pero intentó poner buena cara ante los jóvenes.

—Esta casa tiene tanta… personalidad —dijo por decir algo a los cada vez más impacientes recién casados, cuando conseguía por fin introducir la llave en la cerradura y hacerla girar antes de que Violet pudiera meter el dedo hasta el fondo. Silent Violet, la primera línea de defensa de Muertología, había fallado. En un abrir y cerrar de ojos se esfumó de allí y reapareció en lo alto de la escalera antes de que la pareja tuviese tiempo de entrar. Acto seguido, empezó a regurgitar una plasta negra como el alquitrán que le subió desde el estómago a la garganta, y de allí se escurrió escalones abajo, colándose en cada grieta de la madera que hallaba a su paso.

Justo en ese momento, al señor Martin le pareció advertir que se desplazaba un mueble. El movimiento fue tan gradual que no estaba seguro de si eran sus ojos los que le estaban jugando una mala pasada o si es que la deslucida silla negra bordada con rosas rojas en efecto se había movido. Enseguida, los tres se percataron de que la habitación se hacía cada vez… más pequeñaBud, posicionado bajo el entarimado del suelo, había desplazado una de las vigas maestras, haciendo que la casa se inclinara levemente. Ante el lento reptar de los muebles hacia ellos, resultó innegable que algo sobrenatural ocurría en la casa, pero la señorita Wacksel le restó importancia, tomándoselo a broma.

Lo único que alcanzaban a ver en el baño era la cortina de ducha, que aparecía corrida delante de la bañera de porcelana con patas. A estas alturas, la imaginación les había desbordado por completo y estaban obsesionados pensando qué se agazapaba tras la cortina. Prue empezaba a estar algo preocupada, porque ya deberían de haber salido despavoridos, y lo cierto era que los chicos no tenían un plan alternativo. No contaba con la avaricia desmedida ni de Wacksel ni de la pareja. Con una señal, avisó a Mike, Jerry y Bud, que tenían asignado el show del baño, de que empezaran con lo suyo.
Wacksel se acercó despacio, con tiento, como caminando sobre cascaras de huevo, la respiración contenida, agarró la cortina y la abrió de un tirón. No había nada. La pareja se aproximó con cautela, temblando, para echar un vistazo. De pronto, un líquido marrón asqueroso salió expulsado del sumidero de la bañera, empapando a la pareja de cieno hediondo de pies a cabeza.

CAPITULO:14


RESUMEN:

Damen, no obstante, sabía que estaba cabreada, de modo que o bien besaba a Scarlet y conseguía así que los demás le dejaran en paz, o bien no lo hacía y se libraba de tener que aguantar más tarde a Petula despotricando sin parar. Decidió que lo mejor era seguir el juego, besarla y no ser aguafiestas.
Charlotte cerró los ojos y se inclinó hacia delante al mismo tiempo que Damen. Los demás observaron con la respiración contenida cómo los dos se acercaban más y más en el centro del corro. Justo cuando sus labios estaban a punto de rozarse, Scar-let entró volando por la ventana; estaba hecha un desastre y aparecia visiblemente aterrorizada.

Wendy Anderson seguía tumbada en el suelo, humillada.
—Es capaz de cualquier cosa con tal de llamar la atención —le susurró maliciosamente Wendy Thomas a Petula mientras contemplaban a su magullada amiga rebozada en bilis. Wendy Anderson hizo de tripas corazón y muy poco a poco alcanzó a llevarse la mano a la cara, limpiarse parte del vómito de las puntas de los dedos e inspeccionarse la manicura por si se le había saltado la laca. Evidentemente, la fiesta había llegado a su fin. No hizo falta pedirle a nadie que se fuera.
Charlotte siguió allí sentada, desenmascarada y totalmente sola.


Tras revisar páginas y páginas de vínculos irrelevantes, finalmente dio con uno que parecía prometedor y hizo clic sobre él. Era un archivo de noticias de sucesos locales extraídas de un periódico que había echado el cierre hacía siglos, tanto era así que Scarlet sólo recordaba haber visto una o dos de sus páginas un año cuando desenvolvía los viejos adornos de Navidad de sus abuelos. El Hawthorne Advance. El archivo tenía una base de datos con buscador, y Scarlet introdujo en el formulario la única información de la que disponía.

Charlotte sufría en silencio, imaginándose con precisión lo que Scarlet había visto en su ordenador. Tenía carpetas y carpetas de jpegs de la cabeza de Damen que había reunido a lo largo de los dos últimos cursos. Sonrisas, muecas, perfiles, retratos —todos los estados de ánimo y todos los ángulos—. Pero lo que más la delataba era la descarada animación del salvapantallas, que había diseñado con el Photoshop después de escanear recortes de revistas vintage y las fotografías de sus respectivas cabezas. Cuando presionó la barra espaciadora, ¿había visto Scarlet el collage de una pareja —la cabeza de Charlotte unida a un precioso vestido Chanel gris perla y la de Damen a un traje Givenchy de color gris con un pañuelo de seda blanco en el bolsillo de la pechera— que bailaba pegada? De ser así, la habían desenmascarado pero bien, y de nada servía tratar de ocultarlo. Concluyó que lo mejor era sincerarse en todo.

CAPITULO:15


RESUMEN:

Charlotte se asomó a la ventanilla de la puerta del aula de Física, la misma a la que se asomara cuando exhaló su último aliento, sólo que esta vez, se encontraba, literalmente, al otro lado. Vio que Damen las estaba pasando canutas con el control de Física bajo el «ojo» escrutador del profesor Widget. Todos en la sala estaban nerviosos, aunque ni de cerca tan angustiados como Charlotte.
Damen ya estaba atascado con la primera pregunta «fácil», incapaz de decidirse entre las dos respuestas optativas. ¿Era una pregunta trampa o de verdad era así de fácil? Se encontraba tan nervioso que empezó a repensar y poner en duda sus conocimientos.

Charlotte no podía soportar más su agonía y finalmente se decidió a entrar y echarle una mano. Traspasó la puerta y se dirigió al fondo del aula, hacia el pupitre de Damen. El minisistema solar que colgaba del techo se puso a girar al aproximarse ella a Venus, el planeta bajo el cual se sentaba Damen.
Charlotte se situó de pie detrás de él y trató de mover su mano telepáticamente hacia la respuesta correcta, aunque sólo para constatar, de nuevo, cuan difícil le resultaba emplear sus poderes con Damen. Hallarse inclinada sobre su hombro como estaba, en tan íntima posición, mirando el examen, con su mejilla prácticamente pegada a la de él, era una experiencia increíble para ella, si bien a él no le venía nada bien. Sin quererlo, le tiró el lápiz de la mano, llamando la atención, ni mucho menos deseada, del profesor Widget, que leía absorto el último número de Physics Today. Widget cazó a Damen tratando de recuperarlo de debajo del pupitre de Bertha la Cerebrito.



Consciente de que de continuar por ese camino podía costar le a Damen no sólo el pasaporte para el Baile de Otoño sino también su puesto en el equipo de fútbol, Charlotte se esforzó al máximo para concentrarse en la tarea que se traía entre manos. No prestó atención a su ancha espalda, a sus fornidos brazos, a su preciosa cabeza, de espesa pelambrera, a sus increíbles ojos, sus dulces labios y su nariz perfecta, y sin más dilación tomó su mano y con delicadeza la fue guiando hasta las respuestas correctas en el momento en que el tiempo para el examen llegaba a su fin.


Deseosa de poder disfrutar de un día más normal (o tan normal como podía serlo para alguien como ella), Scarlet estaba en el pasillo sacando sus cosas de la taquilla cuando escuchó un golpecito al otro lado de la puertecilla metálica.

Damen llego a casa de Scarlet, bueno, mejor dicho a casa de Petula, aparcó delante y entró como casi siempre, sin llamar al timbre. Sabía que Petula tenía entrenamiento de animadoras y que todavía tardaría en volver a casa. Recorrió el pasillo de la segunda planta y torció a la izquierda en dirección al dormitorio de Scarlet, en lugar de a la derecha, como acostumbraba, para ir al de Petula. Se le hizo un poco raro.
Se acercó al dormitorio de Scarlet, hizo caso omiso del genuino cartel de PROHIBIDO EL PASO prendido a la puerta, y entró. Bajo las luces atenuadas parpadeaban por toda la habitación lo que parecían centenares de velas ornamentales. Era precioso, Damen buscó a Scarlet con la mirada, pero no dio con ella hasta que divisó su silueta en el techo, proyectada por la luz de las velas. Conforme iba hacia allí, reparó en un pompón clavado a la pared con un cuchillo de cocina. Se acercó a Scarlet, en el suelo junto a la cama, su iPod sonaba a todo volumen mientras ella seguía la música como una posesa, ajena a lodo.
Damen entró un segundo en el baño que separaba los dormitorios de las dos hermanas y tiró de la cisterna, proporcionándose una pequeña coartada de sonido que le acompañó mientras abría la puerta y bajaba a toda prisa las escaleras.—¡Ya voy! —le gritó a Petula—. Estaba cambiándole el agua al canario


Opinion:Pues se me hace muy loco lo que le pasa a Charlotte ya que ella
esta muerta y puede hacer un buen de aventuras pues cada vez me parece mas
interesante

Relacion con mi vida

ninguna

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